Ser aficionado a los toros, hoy en día, debería ser una muestra de alegría y satisfacción, de no esconderse y proclamar a los cuatro vientos: "Yo soy aficionado a los toros". Triunfaríamos así ante la mala fe de algunos hipócrita, que se empeñan en aniquilar la fiesta alegando la libertad, precisamente esa que tratan de restringirnos.
Por eso hoy tenemos que estar más unidos que nunca. No podemos permitir que unos cuantos impongan sus razones a las de la mayoría, ni tampoco que se prohíba algo que, por tradición, forma parte de nuestras señas de identidad. Entre los que somos aficionados a los toros hay científicos, filósofos, artistas, intelectuales o políticos, pero también hay albañiles, funcionarios, pensionistas, jornaleros del campo o parados. No todos podemos ser unos "bárbaros" como les gusta calificarnos. A muchos de nosotros fueron nuestros padres los que nos inculcaron la fiesta llevándonos desde pequeños. No me gustaría que el futuro de Extremadura, nuestros pequeños, no pudieran disfrutar de eso.
Si me gustaría añadir, parafraseando al maestro Joselito, que "la fiesta debe ser respetada sin fanatismo porque está por encima de las ideologías". Y así, también me gustaría que quedara constancia de algo que no me cansaré de repetir, y es que, al margen de otras muchas cosas, Extremadura es un referente en el mundo taurino. Tanto en número de matadores como en el de ganaderías de bravo que pastan en nuestra tierra. Son muchos los chavales que han pasado y siguen yendo a la Escuela de Tauromaquia de Badajoz, que está recogiendo los frutos del trabajo bien hecho. Ilusiones que se convierten en realidad gracias al trabajo y al esfuerzo, y como no, a inculcarles el amor al campo y a los animales.
José Antonio Monago con Julio Parejo en la feria de San Juan de Badajoz
Por eso os llamo a todos a que poblemos las gradas de las plazas de toros. Para que podamos dar fe de lo que nos une; la pasión por las corridas de toros. Un mundo que, además, mueve miles de millones de euros y que significa un importante activo para la economía de nuestro país, y en especial, de nuestra región. La fiebre abolicionista no tiene en cuenta el gran número de puestos de trabajo que proporciona la fiesta y la riqueza que genera. Como tampoco tiene en cuenta las más de 120 ganaderías que pastan en tierras extremeñas o las más de 200 explotaciones que hay en la región. No en vano, son muchos los ganaderos que, incluso en otras regiones, afirman que el campo de Extremadura es el mejor del mundo. Y es que, nuestra región es, por naturaleza, la región de las dehesas, de la encina y del alcornoque, que es tanto como decir que es la tierra ideal para la crianza del toro bravo.
Por eso, y ahora más que nunca, los aficionados extremeños tenemos que ser los primeros que defendamos la fiesta. Porque, una vez más, quieren quitarnos algo que consideramos como nuestro y que tanto disfrutamos. Por los toros. Por la afición. Por la libertad. Yo proclamo a los cuatro vientos que YO TAMBIÉN SOY AFICIONADO A LOS TOROS.
Artículo escrito por José Antonio Monago,
Presidente del PP en Extremadura
En la revista del Club Taurino Emeritense "Clarines de Feria"